domingo, 27 de diciembre de 2009

Mi aventura de ser docente

Se aprende a ser profesor por ensayo y por error.

No hay ninguna receta mágica o un curso que nos diga cómo ser un buen maestro. Tenemos una idea y sobre el camino la enriquecemos.
La experiencia nos da seguridad, nos permite ser nosotros mismos sin tener que aparentar nada.
A pesar de que trabajamos con las mismas personas, mismo centro de trabajo, mismos alumnos, cada día representa algo nuevo, algo inesperado que hace que el día no sea gris, sino que luzca como un arco iris.
Los niños son impredecibles, siempre llegan con cosas: comentarios, gestos, palabras o acciones inesperadas que nos colman de alegría.
Si contextualizamos la enseñanza dentro del aula con lo que sucede fuera, en su mundo, cumpliremos bien nuestra misión. Antes de abordar un contenido hay que reflexionar sobre la utilidad en su medio para que ellos sientan que lo que hacen trascenderá…
Todo lo que realizamos lo hacemos en base a una necesidad: comemos para saciar el hambre, leemos por gusto o distracción…Si les mostramos el sentido y utilidad de lo que les enseñamos, habremos avanzado.
No hay nada mejor que estar feliz con lo que uno hace (y hará en los siguientes 20 o más años) para transmitir la alegría de lo que significa la aventura de ser maestr@...

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