domingo, 27 de diciembre de 2009

Mi aventura de ser docente

Se aprende a ser profesor por ensayo y por error.

No hay ninguna receta mágica o un curso que nos diga cómo ser un buen maestro. Tenemos una idea y sobre el camino la enriquecemos.
La experiencia nos da seguridad, nos permite ser nosotros mismos sin tener que aparentar nada.
A pesar de que trabajamos con las mismas personas, mismo centro de trabajo, mismos alumnos, cada día representa algo nuevo, algo inesperado que hace que el día no sea gris, sino que luzca como un arco iris.
Los niños son impredecibles, siempre llegan con cosas: comentarios, gestos, palabras o acciones inesperadas que nos colman de alegría.
Si contextualizamos la enseñanza dentro del aula con lo que sucede fuera, en su mundo, cumpliremos bien nuestra misión. Antes de abordar un contenido hay que reflexionar sobre la utilidad en su medio para que ellos sientan que lo que hacen trascenderá…
Todo lo que realizamos lo hacemos en base a una necesidad: comemos para saciar el hambre, leemos por gusto o distracción…Si les mostramos el sentido y utilidad de lo que les enseñamos, habremos avanzado.
No hay nada mejor que estar feliz con lo que uno hace (y hará en los siguientes 20 o más años) para transmitir la alegría de lo que significa la aventura de ser maestr@...

Mi confrontación con la docencia

Mi profesión de origen es Maestra de Grupo Primaria Foránea, con carácter Federal desde el 1º de Junio de 2008 y desempeño la función de Directora Comisionada a partir de la misma fecha.

Creo que ser Docente es una profesión noble, que trasciende en el tiempo, que hace que florezca y brindemos lo maravilloso de nuestra persona a quienes nos rodean, es una misión muy gratificante, que nos mantiene en alerta permanente, es una “Carrera de Vida”, traducida en prestar a la sociedad un servicio fundamental para el desarrollo.

Considero que representa una constante lucha para erradicar la ignorancia y sus terribles consecuencias; es un trabajo humano que busca demostrar que los valores y los ideales no son cosas del pasado.

Me siento muy orgullosa de hacer lo que hago; día a día descubro que existe mucho qué enseñar, y es aún más lo que podemos aprender.

Actualmente, con el cargo de Directora Comisionada, aunque muchos cataloguen que por ser una comunidad escolar pequeña es sencillo, la realidad dista de ese supuesto: el reto es hacer (y hacer bien) lo que hace un director técnico. Significa un gran compromiso con las personas que depositaron su confianza en mí, a pesar de recién egresar, de no tener experiencia, de sólo contar con teoría, y por qué no decirlo, de la edad.

Al interior de mi seno familiar se me fue inculcado el sentido de preparación, de estudiar, aprender más, de no quedarme estancada. Por ello, conté también con su apoyo y motivación para iniciar la Maestría.

Siento la enorme tarea de velar, contribuir, vigilar, coadyuvar y/o lograr el buen funcionamiento de mi centro de trabajo; así como de crear un ambiente de aprendizaje en el aula.

Con el correr del tiempo, la Docencia me ha brindado satisfacciones: techaron la cancha de mi escuela, logramos pintarla, entramos al Programa Escuelas de Calidad, ya contamos con un aparato de sonido obtenido gracias a la gestión en la cabecera municipal, los padres de Familia se muestran conformes con el desempeño escolar…¡Ah! Como en la comunidad hay otra Primaria pero de organización completa, desde hace años existe cierta rivalidad entre ambas. Para este ciclo 2009-2010, ocho niños de esa institución fueron inscritos, pero en la nuestra.

También he tenido tropiezos y descalabros: aparte de que nunca había llenado nada de documentación, la principal dificultad ha sido coordinar y dirigir a mis compañeras.

El reto primordial es demostrar que “es posible ir contra corriente, pensar en el otro, trabajar para mejorar…Porque a pesar de la violencia, la corrupción, el desmedido interés individual, alguien, entre todas las opciones, es capaz de elegir ésta: enseñar”…

¡Y esos, somos nosotros!